Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan
El banquete es una imagen habitual en el judaísmo para designar la felicidad del reino mesiánico. Y Jesús hace referencia a él con frecuencia en su predicación; así lo hace en el pasaje evangélico que contemplamos este día. Compara el reino de Dios con un gran banquete, al que se invita a un gran número de personas. Estas, no obstante, cuando los siervos van a llamarlas, rechazan todas la invitación. Cada uno tiene su excusa totalmente comprensible: el primero ha comprado un campo y debe ir a venderlo: el segundo ha comprado dos pares de bueyes y debe probarlos, el último debe incluso celebrar su boda y, evidentemente, no puede ir.
En cualquier caso todos coinciden en rechazar la invitación por motivo de los improrrogables compromisos que ya han adquirido. No hay duda alguna de que las motivaciones aducidas son serias pero -y ahí está el punto central de la parábola- es mucho más importante optar por el reino de Dios. Esa es la única decisión realmente crucial para la vida. Es la respuesta a la demanda de amistad, de familiaridad y de intimidad que Dios hace a los hombres.
5 noviembre 2024. Textos bíblicos y mensaje del martes de la XXXI semana del tiempo ordinario.