Tiempo Ordinario

Tú estás triste por una hiedra que no cultivaste ¿no voy a tener compasión de Nínive?

La misericordia debería ser siempre una buena noticia, pero hay ocasiones en que tanto nos alegra que Dios se compadezca de nosotros como nos disgusta que se compadezca de los otros. Y esto es lo que refleja con una pizca de humor la primera lectura de hoy: Jonás considera que en esta ocasión Dios «se pasó de bueno».

Jonás juzga a Dios. lo que sucede cada vez que tratamos de convencer a Dios de que haga justicia a nuestra manera, o en el tiempo y modo que estimamos mejor. El texto deja ver cómo juzga Dios a quien lo juzga.

Dios pone a Jonás a sentir algo de lo que él siente. Jonás, puesto en el lugar de Dios, descubre que hasta un árbol que se marchita tiene su valor, y así aprende algo de cómo nos ama Dios y cuánto le «duele» que nos perdamos.

11 octubre 2023. Textos bíblicos y mensaje del miércoles de la XXVII semana del tiempo ordinario.

Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal

Son tantos los ejemplos de dureza del corazón humano ante el llamado de Dios, son tantas las oportunidades en que los profetas parece que predicaron en el vacío, son tantas, en fin, las ocasiones en que la rebeldía se impone sobre la sensatez, que hoy no podemos sino alegrarnos de que los ninivitas hayan aceptado la palabra de Jonás.

Jonás nos enseña mucho sobre la voluntad y el amor de Dios; en él Dios nos da una señal: podemos ser fecundos en Dios aunque nos hayamos resbalado y caído.

De la enseñanza de Jonás aprendemos: 1. Que nuestras acciones tienen consecuencias. 2. Las consecuencias de los pecados de cada uno se suman y multiplican, y crean situaciones que nos afectan a todos. 3. El cúmulo de las consecuencias negativas lleva a momentos de desastre o colapso.

Por lo que ve a la virtud de la penitencia: 1. Esta parte del amor de Dios, que sólo por amor nos llama a evitar el desastre a que nos conducen nuestros pecados.2. Es entonces un acto de amor que quiere restituir la gloria a Dios y cuidar el bien del prójimo.

Los pasos para una conversión seria y real son: escuchar la Palabra de Dios, atender y creer, arrepentirnos del pecado y reparar haciendo oración y penitencia.

10 octubre 2023. Textos bíblicos y mensaje del martes de la XXVII semana del tiempo ordinario.

La ciudad donde se hallan enterrados mis padres está en ruinas

El sencillo relato de la primera lectura de hoy nos permite asomarnos al alma generosa y noble de un hombre que, desde su condición laical, tuvo un papel no pequeño en las iniciativas de reconstrucción de Jerusalén después del destierro a Babilonia. Se llama Nehemías, y da nombre a uno de los libros de la Sagrada Escritura.

Para apreciar qué riesgos y qué desprendimientos hubo de asumir el corazón de Nehemías, conviene recordar que la situación de los desterrados, si bien triste desde el punto de vista de la fe, no era ya desesperada en otros aspectos. Es proverbial hablar de lo ingeniosos que son los judíos y de su habilidad para establecerse y prosperar; ciertamente eso no les viene de ayer.

Muchos desterrados del tiempo de Nehemías habían establecido comunidades de mutua ayuda y pequeñas empresas de familia, y empezaban a prosperar, también económicamente, en los mercados más abiertos y nutridos del reino persa donde ahora se encontraban. Nehemías tenía muchas razones para quedarse tranquilo, máxime si pensamos que tenía un puesto sobresaliente en la corte del rey: era el «copero mayor», cargo que indica una extraordinaria confianza.

Nehemías, pues, pone por encima su amor a Jerusalén que estaba en ruinas; puso a Jerusalén por encima de su propia alegría. Estaba triste, teniendo aparentemente todas las razones para sentirse feliz; estaba desolado… porque Jerusalén estaba asolada. Este género de amor, que llega hasta el dolor por el amado, tiene mucho que enseñarnos.

Como dice San Pablo, para los cristianos, nuestra Jerusalén es el cielo. Corremos el riesgo que el bienestar o prosperidad, nos ha sentir que no nos hace falta el cielo y que concentremos en la tierra la búsqueda de nuestra felicidad. Cuando esto sucede nos regodeamos en los placeres y éxitos que vamos logrando, y simplemente se nos olvida a qué cielo pertenecemos.

Jerusalén es también para nosotros el pueblo de Dios, la Iglesia. Y podemos como los contemporáneos de Nehemías olvidarnos de Jerusalén, es decir, dar la espalda a la Iglesia cuando aparecen sus llagas o cuando se muestran sus vergüenzas.

Pidamos, pues, al Señor que nos regale la fidelidad y la audacia de Nehemías, para permanecer en el camino, para que los bienes de este mundo, sean comodidades o conocimientos, no apaguen en nostros el anhelo del cielo y para que en el momento de la crisis para no demos la espalda a nuestra Iglesia, sino que nos dispongamos a reconstruirla y a curar sus llagas.

4 octubre 2023. Textso bíblicos y mensaje del miércoles de la XXVI semana del tiempo ordinario.

Queremos ir contigo, pues hemos oído decir que Dios está con ustedes

Con el paso del tiempo de las doce tribuos de Israel fue la tribu de Judá la que permaneció como testigo de la alianza sinaítica, por ello al pueblo elegido se le designó como “judíos”.
Los judíos tuvieron que sufrir destierro en el 587 a.C. Fueron llevados cautivos a Babilonia, por Nabucodonosor, que se sació humillando a Jerusalén y devastando el templo. Como sabemos, fue el acontecimiento más espantoso que pudiera imaginarse en el contexto de la solemne alianza que Dios había sellado con su pueblo. Aparentemente esto marcaba el final de todo.
Sin embargo, quedó un «pequeño resto», que regresó a Palestina. Sin demasiado entusiasmo, es honesto decirlo, porque la Biblia misma nos ha mostrado en los pasajes que hemos escuchado estos días, de los libros de Esdras, Ageo y Zacarías, que después de la pavorosa humillación de Babilonia, los judíos, que ya eran el único remanente, no estaban demasiado entusiasmados con la idea de levantar ruinas.
El regreso a Palestina fue difícil y paulatino. Muchos judíos prefirieron quedarse en la diáspora, particularmente en Persia, donde prosperaron económicamente y, con el tiempo, desempeñaron funciones de importancia en el imperio. El primer grupo de repatriados llegó a Judá, dirigido por Sesbasar (Esd 1,5-11), quien era funcionario de las autoridades persas. Posteriormente se reedificó el templo (520-515 a.C.) bajo el liderazgo de Zorobabel y el sumo sacerdote Josué (Esd 3-6), con la ayuda de los profetas Ageo y Zacarías.
Con el paso del tiempo se deterioró la situación política, social y religiosa de Judá. Algunos factores que contribuyeron en el proceso fueron los siguientes: dificultades económicas en la región; divisiones en la comunidad; y, particularmente, la hostilidad de los samaritanos»
A la vista de esta historia, que hemos comprimido a grandes trechos, uno siente que detrás de estos azares debe haber algo profundo. ¿Para qué hizo Dios esta obra única, rescatando y a la vez educando, protegiendo y a la vez reprendiendo a los judíos? El profeta Zacarías nos ofrece pistas en el texto que leemos hoy.
El judío, a pesar de su pobreza, lleva una riqueza inmensa al mundo; a pesar de su humillación, dignifica; a pesar de se rudeza, enseña; a pesar de su impotencia, es una señal del señorío intransferible del Dios de cielos y tierra.
Pero no es su riqueza, ni su ciencia, ni es su poder ni su autoconcepto lo que será bendición para el mundo. Es el judío en cuanto se ha convertido en un embajador de la humanidad que sufre destierro, hambre, humillación y desprecio. La vocación propia del judaísmo es la de revelar la verdad del hombre por la obra triste del pecado, y a la vez, la verdad de Dios, por la obra gozosa y gratuita de su amor siempre fiel.

¿Y en dónde vemos esa vocación realizada? En un judío, el más representativo de su raza, el más bello de los hombres, en cuyos labios se derrama la gracia: Jesucristo.

3 octubre 2023. Textos bíblicos y mensaje del martes de la XXVI semana del tiempo ordinario.

Ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído 

La fe cristiana no es fatalista. Lo discípulos de Jesús no creemos que haya un destino marcado, sino que el futuro es un libro que no está escrito, un libro en el que tenemos el derecho a escribir nuestras propias páginas; incluso cuando hemos errado tenemos el derecho a corregir, a mejorar, a recapacitar. No estamos hechos, nos vamos haciendo poco a poco. Cada decisión que tomamos nos transforma.

La conversión es posible. Si cambia nuestra mente y nuestro corazón, cambia también nuestra vida. No estamos atados a nuestro pasado; ni siquiera las decisiones equivocadas tienen por qué atarnos. El segundo hijo de la parábola que leemos hoy en el evangelio fue uno que había dicho en voz alta: «¡No quiero!» Pero una decisión sabia pudo deshacer lo que dijo una palabra necia. Los grandes pecadores «van delante» de los demás no porque sean pecadores sino porque han acogido de corazón el llamado a la conversión.

Jesús nos pide que pensemos si nuestras palabras y nuestras acciones están alineadas. Es fácil hablar, pronunciar y hacer declaraciones. Es más difícil dedicar tiempo, esfuerzarnos y estar atentos. Preguntémonos si profesamos nuestra fe sólo los domingos con palabras o si también lo hacemos en el tiempo que dedicamos a trabajar por el reino de Dios durante la semana. Jesús valora más los pequeños actos de amor que muchas buenas palabras.

1 octubre 20923. Textos bíblicos y mensaje del Domingo de la semana XXVI del tiempo ordinario.

Regocíjate, Jerusalén, pues vengo a vivir en medio de ti, dice el Señor

El profeta Zacarías dedica en su libro especial atención a la reconstrucción del templo y describe con entusiasmo el futuro esplendor de la ciudad santa: Jerusalén será una ciudad abierta, que no necesitará la protección de una muralla, porque la gloria del Señor habitará en medio de ella.

En el texto que leemos hoy, el gran paso hacia adelante que da Zacarías es que la alegría de la reconstrucción de Jerusalén, ciertamente propia de todos los libros que se sitúan en el tiempo posterior al destierro, aparece unida al gozo de ver cómo el pueblo de Dios se extiende más allá de la raza, es decir, de la descendencia según la carne y la sangre.

Leemos, en efecto: «Muchas naciones se unirán al Señor en aquel día; ellas también serán mi pueblo». Y conmueve pensar que entre esas «muchas naciones» estamos también nosotros. Nuestra presencia en la casa de Dios y en alianza con Dios no es un accidente: es el fruto de la voluntad benévola y piadosa de Dios, que lo anunció por boca de sus santos profetas.

30 septembre 2023. Textos bíblicos y mensaje del sábado de la XXV semana del tiempo ordinario.

Reflexionen sobre su situación: han sembrado mucho, pero cosechado poco

Hoy leemos al profeta Ageo que nos invita a volver sobre lo que hacemos y el fruto que obtenemos: «reflexionen sobre su situación: han sembrado mucho, pero cosechado poco; han comido, pero siguen con hambre; han bebido, pero siguen con sed».

Son palabras milenarias, y sin embargo nos hablan directo al corazón. Pueden servir para describir un poco de esa ansiedad y vacío que persiguen a tantas vidas. Nos hacen recordar aquellas densas reflexiones del número 4 de la Constitución «Gaudium et Spes» del Concilio Vaticano II, que aquí transcribimos.

«Nunca el género humano tuvo a disposición suya tantas riquezas, tantas posibilidades y tanto poder económico. Sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre aún hambre y miseria, mientras inmensas multitudes no saben leer ni escribir. Nunca como hoy ha tenido el hombre sentido tan agudo de su libertad, mas al mismo tiempo surgen nuevas formas de esclavitud social y psíquica.

«Mientras el mundo siente tan clara su propia unidad y la mutua interdependencia de todos en una ineludible solidaridad, se ve, sin embargo, gravísimamente dividido en direcciones opuestas, a causa de fuerzas que luchan entre sí: de hecho, subsisten todavía muy graves las diferencias políticas, sociales, económicas, «raciales» e ideológicas; y ni siquiera ha desaparecido el peligro de una guerra que está llamada a aniquilarlo todo. Aumenta intensamente el intercambio de ideas, pero las palabras mismas correspondientes a los más importantes conceptos, reciben significados muy distintos, según las diversas ideologías. Y, mientras con todo ahínco se busca un ordenamiento temporal más perfecto, no se avanza paralelamente en el progreso espiritual.

«Entre tan contradictorias situaciones, la mayoría de nuestros contemporáneos no llegan a conocer bien los valores perennes ni pueden armonizarlos con los nuevamente descubiertos. Por ello, con gran inquietud se preguntan, sufriendo entre la esperanza y la angustia, sobre la actual evolución del mundo. Esta evolución desafía a los hombres -más aún, les obliga- a dar una respuesta».

28 septiembre 2023. Textos bíblicos y mensaje del jueves de la semana XXV del tiempo ordinario

Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti

Cualquiera diría que arrepentirse es una cosa sencilla y como espontánea. El texto de Esdras que leemos hoy nos enseña que no es así. Sin embargo, arrepentirse es una gran bendición para el alma humana.

Tener dolor de los pecados es arrepentirse de haber pecado y de haber ofendido a Dios. Arrepentirse de haber hecho una cosa es querer no haberla hecho, comprender que está mal hecha, y dolerse de haberla hecho. El arrepentimiento es un aborrecimiento del pecado cometido; un detestar el pecado.

No basta dolerse de haber pecado por un motivo meramente humano. No es lo mismo el dolor de una herida -que se siente en el cuerpo- que el dolor de la muerte de un ser querido -que se siente en el alma-. El arrepentimiento es «dolor del alma».

El dolor de corazón que se requiere para hacer una buena confesión no es necesario que sea sensible realmente, como se siente un gran disgusto. Basta que se tenga un deseo sincero de tenerlo. El arrepentimiento es cuestión de voluntad. Quien diga sinceramente «quisiera no haber cometido tal pecado» tiene verdadero dolor en el alma. Un dolor de amor.

27 septiembre 2023. Textos bíblicos y mensaje del miércoles de la XXV semana del tiempo ordinario.

Terminaron la reconstrucción del templo y celebraron la pascua 

La síntesis más amarga del dolor de Israel en el Antiguo Testamento es, sin lugar a dudas, la destrucción del templo, a manos de Nabucodonosor y sus secuaces.

El templo se había convertido en el gran símbolo de la unidad del pueblo, de su elección singular, de la santidad de su llamado, de la cercanía del Señor, de la posibilidad siempre abierta del perdón, de la fidelidad incondicional de Dios… Un día ese templo, devastado y profanado, tuvo que ver partir inermes y dolidos a los judíos, sin más defensas que sus lágrimas ni más consuelo que sus recuerdos.

Sabiendo esto, algo entendemos del gozo intenso y como comprimido que destila el pasaje de Esdras que leemos hoy. El escritor sagrado ha querido dejarnos algo así como el testimonio «histórico» de cómo sucedió eso de que el pueblo otrora desterrado ahora pudiera volver a su patria y reconstruir su amado templo… ¡con dinero de paganos! Era como sentir que, de alguna manera estaban resarciendo lo que antes destruyeron y estaban reconstruyendo lo que antes arrasaron.

El texto, pues, quiere insistir en esos dos elementos: que la reconstrucción fue como un acto de justicia, y que el orden querido por Dios y expresado en la ley de Moisés quedó realmente restablecido.

26 septiembre 2023. textos bíblicos y mensaje del martes de la semana XXV del tiempo ordinario.

Los que pertenezcan al pueblo del Señor, vayan a Jerusalén para reconstruir su templo.

Después de algunas semanas leyendo algunas cartas de san Pablo, regresamos al Antiguo Testamento, leyendo el libro de Esdras. El texto que leems nos muestra con un ejemplo sobresaliente cómo Dios enseña a su pueblo que su acción no por oculta es menos eficaz, y no por discreta es menos poderosa.

Dios no detuvo el curso de la historia cuando Nabucodonosor asaltó a Jerusalén y la saqueó a placer. No detuvo el curso de los acontecimientos cuando aquellos judíos, ya deportados, gemían bajo peso de cadenas. No hizo entonces prodigios como los del Mar Rojo, entre otras cosas porque esos mismos prodigios, con toda su «espectacularidad» resultaron incapaces para engendrar corazones fieles en el pueblo así liberado.

¿Estaba Dios descuidando a su pueblo? No. Simplemente lo lleva por otro camino. Las intervenciones maravillosas de Dios pueden tener impacto en el primer momento, desafortunadamente, después de haberlas vivido ya no tienen la misma fuerza. Las intervenciones estruendosas son como los estruendos mismos: pronto pierden fuerza.

A lo largo mismo del camino del Antiguo Testamento hay como un «cambio en la estrategia» de Dios. De las demostraciones grandiosas a las acciones, quizá más discretas, pero con un poder incomparable a largo plazo, porque tienen capacidad de dar sabiduría y de generar humildad y confianza en la prueba.

25 septiembre 2023. Textos bíblicos y mensaje del lunes de la XXV semana del tiempo ordinario.