¡Te convertiré en luz de las naciones! Semana Santa. Martes
Judas acepta el pan mojado que Jesús le ofrece con lo que también admite ser el traidor. Un gesto absurdo que le denuncia y que sin embargo no es comprendido por los apóstoles que allí se encuentran. ¿Por qué? Probablemente porque un acto no cabía en la mente de aquellos hombres.
Y cuando él sale, anota san Juan, «era de noche». Sí, porque el sol ya se había escondido bajo el horizonte. Mas sobre todo «era de noche» porque en aquel corazón atravesado de dudas y codicias, de preguntas nunca formuladas y dolores sin sanar, sólo quedaba ya oscuridad.
En aquella hora de tinieblas sólo la palabra de Jesucristo es luz. Él permanece el mismo: ama, perdona, declara la verdad; es manso aun ante la avalancha de dolor que ve venir; es puro y sencillo cuando todos van a mostrarse falsos y torcidos; es humilde y caritativo en medio de la peor tempestad de soberbia y de odio. ¡Bendito seas Jesús!
¡Te convertiré en luz de las naciones! Semana Santa. Martes