Llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó.
Los cristianos tenemos nuestra patria en el cielo, pero nuestro campo, allí donde hemos de mostrar qué somos y de quién somos, es este mundo. Hasta cierto punto depende de nosotros si seremos trigo o cizaña, porque el mismo sol alumbra a buenos y malos, y la misma agua alivia la sed de los malvados y los santos.
No hemos entonces de desesperarnos viendo que el mal prospera ni tampoco ilusionarnos demasiado cuando parece que ya el bien va a vencer. Se nos pide una doble paciencia, para ver sin exasperación triunfos del mal y dejar pasar sin demasiado aplauso los éxitos del bien. Se requiere de una doble sabiduría: evitar el pesimismo y no caer en el triunfalismo que hace al cristiano ser sereno ante la prueba y humilde en la victoria.
27 julio 2024. Textos bíblicos y mensaje del sábado de la XVI semana del tiempo ordinario.