¿Crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo
Uno tiende a pensar que una buena tanda de milagros será suficiente para convertir a cualquiera. El evangelio de hoy muestra que no es así.
Las ciudades que nombra Jesucristo en este breve texto, Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm, fueron testigos de innumerables milagros; sin embargo, no se convirtieron. La primera conclusión es que la conversión no sucede a fuerza de cosas extraordinarias.
Los milagros no son «pruebas son señales, y en cuanto tales, pueden ser aceptados o no. El mundo entero está lleno de señales, sólo que las consideramos poco interesantes o significativas por la única razón de que nos hemos acostumbrado a ellas. Un atardecer, la paz de un arroyo, el parpadear de las estrellas o la inmensidad del océano son señales y también a su modo están proclamando a su Creador.
Lo importante no es el tamaño de la señal sino la docilidad de la mirada que las contempla e interpreta, las reconoce y agradece.
16 julio 2024. Textos bíblicos y mensaje del martes de la XV semana del tiempo ordinario.