Unos granos cayeron en tierra buena y dieron fruto
Hoy el evangelio nos ofrece la parábola quizá más conocida de todas: «salió un sembrador a sembrar…». Y hay algo interesante con esta parábola: se puede aplicar a sí misma, porque ella misma es una palabra, una semilla que ha llegado al campo de nuestra vida.
En efecto, solemos prestar atención a la semilla que quedo sembrada de manera «superficial» o a la que quedó «entre zarzas», porque la superficialidad es una realidad de las que podemos hacernos fácilmente conscientes. Sin embargo, no olvidemos la triste suerte de las primeras semillas, las que cayeron al borde del camino, es decir: las que ni siquiera fueron siembra.
Son muchas las semillas que dejamos perder, en las palabras que ni siquiera oímos, en los sueños que sofocamos, en las posibilidades que frustramos
Tenemos que pensar también en las ocasiones en que ni siquiera recibimos la Palabra de Dios, porque creemos que ya la hemos escuchado… como cuando en la misa apenas oímos decir: : «Una vez salió un sembrador a sembrar…» descontectamos nuestra escucha, porque lo que se proclama “ya lo sabemos”.
24 julio 2024. Textos bíblicos y mensaje del miércoles de la XVI semana del tiempo ordinario.