I Domingo Adviento

¡Velen! ¡Estén preparados!

El adviento, que hoy empieza, va sellado con un tono de bendita esperanza. La esperanza no es simple ilusión; la esperanza no es simple proyecto. La esperanza nace en el borde mismo en donde nace también la desesperanza, esto es, allí donde sabemos cruda y profundamente qué somos y qué quisiéramos ser. Desde la conciencia viva de lo que somos aprendemos la distancia hasta lo que queremos ser. Las dos cosas se perciben en la meditación de Isaías: «nosotros pecábamos y te éramos siempre rebeldes» (Is 64,5): esto es lo que hemos sido; «sin embargo, Señor, tú eres nuestro Padre» (Is 64,8): este es el principio de lo que podemos ser.

De aquí aprendemos varias cosas. Primera: nuestro pecado no destruye nuestro vínculo con Dios. Pecadores como somos, seguimos estando en sus manos, y él sigue siendo nuestro alfarero. El pecado no anula la soberanía de Dios. Segunda: el que nos hizo es quien sabe rehacernos. No haya para el hombre otra alternativa, porque no hay otro Creador. Tercera: si en las consecuencias del pecado aparece la justicia, en la victoria sobre el pecado brillan la gracia y la misericordia.

3 diciembre 2023 Textos y mensaje del domingo de la I semana de adviento. Ciclo B