No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer
Es interesante meditar en el lugar paradójico del cristiano en medio del mundo. Su tesoro es único, su mensaje es maravilloso; nada puede compararse a la gracia que ha recibido y nada puede vencer a la fuerza que le ha salvado. Mas esa fuerza obra de modo paradójico. Nunca está a disposición de nosotros, como sucede, o se quiere que suceda, en el ámbito de la magia. Cristo, en el evangelio de hoy, pone las cosas en su sitio: la gracia no está en tus manos, sino tú en sus manos.
Desde este punto de vista, trabajar para Dios no es otra cosa que dejar que Dios trabaje en nosotros. No porque no hagamos fuerza o esfuerzo, sino porque todo nuestro esfuerzo es una bendita oportunidad, una maravillosa bendición, que más debe ser agradecida a cuenta de Dios que contabilizada a cuenta de nosotros.
12 noviembre 2024. Textos bíblicos y mensaje del martes de la XXXII semana del tiempo ordinario.