No perdamos de vista la ofrenda del Hijo de Dios: dos tórtolas; es la ofrenda de los pobres. Cristo es el embajador de todos los que no tienen que ofrecer, y la pobreza de su ofrenda bien resume lo que todos nosotros somos ante Dios. También nos indica en su sencillez quiénes son los que más a menudo veremos en la Casa del Señor…
Lucas nos presenta, pues, una escena, un cuadro imbuido de pobreza. No es el primero ni el último de su Evangelio. Sin duda, los pobres tienen un lugar privilegiado en su rica cristología tan cercana a otros temas hermanos: la alegría, la acción del Espíritu Santo, el lugar de la mujer. Entre estos temas típicamente lucanos hay una interrelación que uno aprende a reconocer y a disfrutar.
Por eso la exultación de aquel Simeón, que, además de pobre tenía esa otra pobreza que es la ancianidad, vecina de la muerte. A este hombre, doblemente pobre, Cristo Bebé le da una doble alegría: la de la salvación y la de un descanso en la paz y en la luz. Emocionante encuentro entre el amanecer y el ocaso, entre un bebé y un anciano, entre la vida que declina y sólo pide un cobijo de paz, y la vida que despunta y regala de su esplendor y su luz.
2 febrero 2024. Textos bíblicos y mensaje en la fiesta de la Presentación del Señor.